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El misterio jamás resuelto del ovni que cayó en la frontera salto-boliviana

El seis de mayo de 1978, alas 17.30, los habitantes de las localidades fronterizas de Argentina y Bolivia, en un tramo que arranca del punto tripartito con la República del Paraguay, miraron el cielo. Un zumbido penetrante les hizo levantar la vista al unísono y hasta hoy son miles de personas las que recuerdan el extraordinario hecho: una figura ovoidal de tono metálico, del tamaño de una pelota de fútbol e incandescente, cruzaba el firmamento de este a oeste, a una velocidad descomunal, aparentemente fuera de control y en una situación de caída libre.

El objeto volador no identificado (ovni), se perdió en el horizonte, pero segundos más tarde se sintió una explosión tremenda y las localidades salteñas de Aguas Blancas, Salvador Mazza, Los Toldos y Santa Victoria Oeste, temblaron, lo mismo que los conglomerados bolivianos de Tarija, Padcaya, La Mamora, Las Cañas y Bermejo, sólo por mencionar algunas.

Todo daba a entender que el extraño aparato se había estrellado en algún punto de la frontera binacional.

La Gendarmería Argentina, por disposición del jefe del Escuadrón 20 “Orán”, comandante Juan Nicasio Boari envió tres patrullas al parque nacional Baritú para dar con el ovni o lo que fuese que se había estrellado contra la tierra. De la misma manera, enviaron a aviones de la fuerza a sobrevolar la zona, lo mismo que determinaron las autoridades de la Fuerza Aérea Boliviana, que despacharon a la zona de probable impacto, escuadrillas aéreas y terrestres.

Un equipo de científicos de la Universidad Misael Saracho de Tarija, encabezado por el físico argentino Orlando Bravo, anunció que habían logrado determinar, con cierta certeza el punto de impacto, en territorio boliviano, en una cadena montañosa situada frente a la población argentina de Mecoyita, en Santa Victoria Oeste .

De inmediato, la Comisión Boliviana de Energía Nuclear envió a la zona a un equipo de científicos, al mando del capitán de corbeta, Francisco Mariaca.

Se organizó una expedición que partiría en un helicóptero militar boliviano y de la cual también formarían parte un periodista (el autor de esta nota) y el fotógrafo Luis Benjamín Arias, de El Tribuno. Cuando todo estaba dispuesto en el aeropuerto de Tarija para dar comienzo a la misión, aterrizó en la pista, una nave de la Fuerza Aérea Norteamericana, de la que descendieron el coronel John Simmos y el capitán John Heide, quienes se entrevistaron con el jefe de la base local, coronel Jorge Molina Suárez. Interrogados por la prensa, negaron que su presencia en Tarija tuviera que ver con el ovni. Y tras de permanecer dos horas en la localidad, abordaron su avión y se fueron.

Minutos más tarde, el coronel Molina informaba que el helicóptero de la expedición, se había descompuesto y que quienes quisieran participar de la misma, deberían hacerlo a pie, disponiendo para los voluntarios dos burros cargados con alimentos y carpas y una custodia militar encabezada por un teniente y cuatro soldados.

El Tribuno, el equipo de el doctor Orlando Bravo más el periodista porteño, de Canal 13, César Mascetti y su camarógrafo, Oscar Isse, partieron a pie. En el camino, los lugareños contaban que desde hace días una decena de helicópteros operaba en las montañas. Tras dos días de caminata, los expedicionarios llegaron a Mecoya, casi a 5.000 metros. Y al alcanzar el punto de impacto, encontraron un panorama desolador: un cerro, El Salle, totalmente destruido, con un cráter de 1.500 de longitud, 800 de ancho y unos 50 metros de profundidad. Rocas cristalizadas por el calor en su base, otras desplazadas en un área mucho mayor, pero nada más que eso. Los lugareños de Mecoya, contaron: “Si buscan restos de lo que cayó, ya se lo llevaron los gringos”.

FUENTE: http://www.eltribuno.info

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