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Archivo Ovni: El caso Fattorel


La noche del viernes 19 al sábado 20 de febrero de 1982, Juan Fattorel fue testigo de un suceso en el que se vinculan la aparición de un objeto volador no identificado y una presunta teleportación del testigo del suceso.

Este caso, explotado en demasía por la prensa local, pudo ser investigado por nuestra organización apenas una semana más tarde de sucedido, lo que nos permitió acceder a un testigo todavía no demasiado "contaminado" por la prensa y con recuerdos muy frescos sobre el hecho que lo tuvo por protagonista.

Este es el informe y la visión personal que hemos tenido en el lugar de los hechos.

EL CAMINO HACIA LA INCONSCIENCIA

La noche del viernes 19 de febrero de 1982, Juan Fattorel, 41 años, oriundo de Río Negro y propietario de una chacra dedicada al cultivo de árboles frutales, regresaba a su hogar luego de una agotadora jornada de trabajo. (Su domicilio particular se encuentra ubicado en la ciudad rionegrina de Allen).

Durante la tarde habla estado arando un sector de su campo y, ante problemas ocasionados por la poca irrigación de agua en la zona de sus cultivos, más tarde habla ido a consultar al encargado de la distribución de aguas.



Poco después, tomó rumbo hacia Allen, deteniéndose a reaprovisionar de combustible a su vehículo, en una estación de servicio situada en los límites de la referida ciudad. Al dejar la estación de servicio tomó por la Avenida Roca, deteniéndose por espacio de 10 a 15 minutos en la gomería 'Segón', donde conversó con Ariel Sánchez (20 años, propietario de la gomería) sobre algunos temas de interés común.

Aproximadamente a las 21:15 hs, Fattorel continuó su marcha por la Avda. Roca a una velocidad de unos 50 km/h y luego de recorrer unos 300 metros, tomó por un camino secundario que utiliza normalmente cuando regresa a su hogar porque es poco transitado y de recorrido sensiblemente más corto. Pero, antes de doblar, se encontró con que el camino se hallaba bloqueado por un camión con acoplado que se hallaba maniobrando.



Fattorel, estimando que el camino tardaría algunos minutos en quedar libre, decidió proseguir su marcha por la Avda. Roca (hacia el este), para retomar hacia el sur por el "camino viejo" hacia lo que se conoce como el camino de acceso a las chacras o la ex ruta 22.

Sin aumentar ni disminuir el ritmo de su marcha, Fattorel continuó su recorrido hasta que, a unos 800 metros de la intersección de la ex ruta 22 con la Avenida Roca, el Renault 12 comenzó a frenarse lentamente, apagándose la luz del tablero. Eran las 21 y 30 hs, aproximadamente.

Extrañado, Fattorel guió a su vehículo sin motor hacía un costado del camino para no obstruir la carretera.

No se habla detenido totalmente su vehículo, cuando la atención de Fattorel fue capturada por una especie de zumbido ("similar al que produce un juguete a pilas") que parecía provenir de algún lugar situado a su izquierda, y muy cercano.

Fue entonces que, al dirigir su mirada hacia la izquierda del camino, intentando de ubicar la fuente del sonido, Fattorel observó un objeto suspendido a no más de 10 metros de distancia de su vehículo. En ese instante sintió como si se le nublara la vista ("como si me echaran humo a los ojos").

El objeto tenía unos dos metros de altura por 1,5 metros de ancho ("era como un Fiat 600 pero sin la parte de adelante, sin el motor"), y se hallaba suspendido a no mas de medio metro del altura sobre el asfalto, balanceándose suavemente con cortos movimientos de ascenso y descenso. El objeto no emitía luz alguna, pero presentaba un brillo metálico ("como de aluminio").



De inmediato, y como proviniendo del objeto, Fattorel escuchó una voz grave, agresiva e imperativa: BAJESE, la cual provocó en el testigo una reacción interior de rebeldía.

Lo primero que pensó Fattorel en aquel instante fue la posibilidad de un asalto o de una agresión, con la lógica carga de temor. Inseguro, Fattorel llevó su mano derecha hacía la llave de contacto, y en ese momento sintió un dolor insoportable ("como de fuego") en la zona del cuello, perdiendo el conocimiento de inmediato, quedando dentro del vehículo detenido a un costado de la carretera que, instantes antes, recorría.

EL REGRESO A LA REALIDAD

Fattorel despertó boca abajo. Lo primero que palpó fue la tierra, que parecía húmeda. Quiso ubicarse, mirando alrededor, pero estaba completamente ciego. Fue presa de la desesperación.

Se incorporó con un gran esfuerzo, sintiéndose como «si saliera de una anestesia", con un fuerte dolor en la parte posterior del cuello, un ardor insoportable en sus ojos y un fuerte zumbido en sus oídos.

Dando algunos pasos inseguros tropezó con su automóvil, lo cual lo tranquilizó. En aquel momento Fattorel creía que había estado desmayado por espacio de 15 o 20 minutos. Instantes después escuchó el sonido de un tren.

Sus piernas estaban muy doloridas, lo cual no le impidió comenzar a caminar a ciegas tratando de encontrar a alguien que lo ayudara a superar el trance. Una y otra vez tropezó, cayendo en tierra junto al camino.

Fattorel ignora cuanto tiempo permaneció en esa situación, hasta que una luz comenzó a taladrar las tinieblas El testigo, algo reanimado, se dirigió hacia ella escuchando ruido de motores.

La luz se acercó a Fattorel, el cual borrosamente advirtió que era un omnibus de la línea Alto Valle.

El conductor del omnibus vio a Fattorel apenas adelante de su vehículo, y frenó súbitamente para impedir un accidente ("aquel hombre parecía estar en estado de ebriedad, se balanceaba y tenía la mirada vidriosa y como perdidas).

El conductor y algunos pasajeros, se apearon y ayudaron a Fattorel, el cual balbuceaba frases inconexas acerca de "un objeto raro" y manifestaba tener mucha sed.

Subieron a Fattorel al rodado, y lo entregaron en un destacamento de Gendarmería Nacional, quienes trataron de revitalizar al testigo, ofreciéndole de beber (bebió más de un litro de agua), para luego llevarlo a la unidad policial de Arroyito.

El la unidad policial identificaron a Fattorel, tras lo cual se pusieron en contacto con los familiares de éste, quienes poco más tarde los retiraron del destacamento y procedieron a internarlo preventivamente en el Policlínico Ados, de la vecina localidad de Neuquén.

CARACTERES Y SINTOMATOLOGIA DE FATTOREL UNA SEMANA MAS TARDE

Al arribar a Allen una semana después de los sucesos aquí relatados, y esperando que se hubiera calmado el revuelo sensacionalista que se habla tejido alrededor del caso (sobre todo a partir de las sucesivas notas publicadas en el diario RIO NEGRO), encontramos al testigo en su domicilio, conversando con un viejo amigo que, en su juventud, le habla enseñado a tocar el acordeón.

Desde un principio notamos que al testigo le molestaba sobre manera que se pusiera en tela de juicio su narración acerca de los presuntos acontecimientos que lo habían tenido por protagonista.

"¿Por qué uno se va a poner a mentir'> ¿Qué gano yo con eso? Si esto me ha costa más de 150 millones de pesos de mi internación... " nos refirió en tono de amarga protesta, "¿Para qué va uno a engañar a la gente?", continuó diciendo.

Fattorel se mostraba muy preocupado por los efectos fisiológicos derivados de su experiencia, y por los que temía podía llegar a sufrir en el futuro.

Todavía sufría dolores en las piernas, tenía cierto grado de fotofobia y (esto es lo que más preocupaba a Fattorel) presentaba un dolor agudo en la zona

del vientre sobre la derecha (según el testigo ese dolor era un "empachamiento" de agua debido a la gran cantidad que había ingerido en el destacamento polícial).

Fattorel presentaba, además, ciertas marcas en su epidermis, las que a continuación reseñamos:

a) dos en cada mano, siendo ambas perfectamente circulares y equi distantes.

b) dos a cada lado del cuello, pasando uno de los pares exactamente sobre la vena yugular. Las marcas del cuello estaban más borrosas que las de las manos y la distancia que las separa no era igual en cada caso, estando casi superpuestas las de la zona derecha del cuello.

c) en las yemas de los dedos de ambas-manos el testigo presentaba pequeñas ampollas en fase de c¡catrización.

Las huellas que presentaba en sus manos, dadas sus características, bien podrían haber sido causadas por un objeto circular, metálico y candente.



LA PERSONALIDAD DEL TESTIGO

Juan Fattorel goza de cierto prestigio en la ciudad de Allen, lo cual pudo ser verificado por nosotros durante nuestra investigación. Su padre, viejo colono de la zona, fue muy querido por sus vecinos, aunque nos confiaron que tenía ciertos dotes de videncia y se dedicaba circunstancialmente a la curación de dolencias, recetando formas naturales, clásicas de todo "curandero" de campo.

Fattorel continúa los pasos de su padre y posee lo que algunos investigadores -en parapsicología denominamos "mirada curativa", tanto por su profundidad como por su morfología anatómica ocular.

El testigo, cuestionado acerca de esos dones, los negó de plano en la primera entrevista, pero en nuestro segundo encuentro aceptó las versiones que habíamos logrado de terceros y las corroboró plenamente. Según el testigo ,esos "dones" provienen de su padre o por "vía kármica" (palabra que utilizamos para determinar si Fattorel creía en la transmigración).

Según el testigo, dos días antes del suceso tuvo el "presentimiento algo nebuloso -de que le iba a ocurrir aquello", y que el hecho en sí "iba a ser negativo y que le iba a cambiar la vida". Así lo exteriorizó a su esposa. En este punto cabe aclarar que la Sra. Fattorel no toma muy en serio las precogniciones de su esposo.

Fattorel no recuerda nada de sus horas en el "limbo ufológico". No ha tenido sueños ni pesadillas recurrentes hacia aquella noche, ni imágenes que relacionaran o explicaran las horas perdidas.

El testigo declaró que "no piensa que fue llevado al interior del objeto por los tripulantes". No da ninguna explicación ni tampoco parece obsesionado por saber que fue de 61 en su "tiempo en blanco".

A cada momento asevera que "él es muy inteligente y muy sencillo".

LOS SUPUESTO EFECTOS EN LA ZONA Y LOS OTROS TESTIMONIOS

De boca de Fattorel y otra gente de la zona llegó a nosotros la versión de una serie de apagones y cortocircuitos presuntamente acaecidos en la ciudad de Allen, especialmente en el Parque Industrial de la localidad. Esto, como es lógico, nos llevó a la zona donde, según Fattorel, habían ocurrido tales hechos.

El primer lugar que visitamos fue la planta elaboradora de jugos naturales CELLACO, donde según nos informó el personal de mantenimiento las "caídas de tensión" son cosa muy frecuente, y si la noche del incidente las hubiera habido, no fueron muy notables ni registradas por el personal del establecimiento.

El segundo -lugar que visitamos fue la planta productora de telgopor YATA. Allí sí sucedió algo la noche de 19 de febrero: según nos refirió el Ing. Gobbi (director de la planta) mientras se probaba un transformador de unos 120 kw de potencia, saltaron dos fases dejando la fábrica en penumbras alrededor de las 20:30 hs. Hecho nada excepcional y perfectamente explicado.

Fattorel también nos refirió que unos "mochileros" hablan observado (en la isla Jordán) dos luces extrañas con rumbo a Cipolletti a eso de las 21 hs, y el periodista Alvarez (maestro de Fattorel años atrás y que cubrió el hecho para el RIO NEGRO) nos dijo que por terceros se había enterado de que una joven había visto un objeto luminoso a gran distancia, en una hora cercana a la del incidente de Fattorel.

Demás está decir que todo ello no pudo ser verificado por nosotros y nuestra impresión es que esos presuntos testigos no existen ni existirán.

Juan Fattorel estuvo solo la noche del 16 de febrero de 1982 y también ahora ha quedado solo... a solas con su conciencia.



FUENTE: http://mitosdelmilenio.com.ar/

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